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Renacimiento

Introducción:

En los últimos años del siglo XV y a lo largo de la totalidad del XVI se desencadenó un conjunto de procesos de todo orden que ha recibido el nombre de Renacimiento. Desde la perspectiva del hombre contemporáneo, este período se caracteriza por un cambio en la visión del mundo y en los sentimientos que en muchos sentidos puede ser interpretado como una anticipación inmediata de lo que hoy es el ser humano. Por primera vez se nos presenta la posibilidad de conocer con una cierta profundidad el aspecto físico y el medio de vida de los hombres de un tiempo pasado: las técnicas realistas en la pintura y en la escritura nos han hecho llegar descripciones pormenorizadas de rostros, casas y ciudades. Por lo demás la correspondencia personal, la costumbre de escribir autobiografías y la invención de la imprenta han facilitado también la investigación posterior.

Esta época se caracteriza, en otro sentido, por una ampliación de los horizontes históricos y geográficos. Renacimiento quiere decir ante todo, resurrección de las antiguas civilizaciones de Grecia y de Roma. La lengua griega hacía tiempo que era enseñada en Italia y parecía como si la curiosidad y el espíritu de libre investigación que había caracterizado a la cultura ateniense resurgieran con el estudio del idioma.

El influjo de la cultura romana, por su parte, se hizo sentir también de una manera especial en Italia, el núcleo geográfico en el que la revolución cultural renacentista se haría sentir más fuerte. A este hecho no eran ajenos fenómenos como la preponderancia del derecho romano, la utilización del latín por parte de alguno grupos sociales y la conservación de un gran número de edificios antiguos.

Pero también el horizonte geográfico del hombre renacentista se había visto ensanchado: aventureros, comerciantes y misioneros habían descubierto tierras hasta entonces desconocidas, alcanzando al tiempo las costas orientales de Asia tras circunnavegar el continente africano.

El desarrollo de los conocimientos científicos había puesto en duda verdades que antaño se consideraban tan importantes como la forma de la Tierra o el lugar del hombre en el universo. En este mismo contexto se produjeron importantes cambios en lo que a la vida se refiere. El principal de ellos fue provocado por la reforma protestante.

 

 

Un viraje a la historia:

A fines del siglo XV y en la primera mitad del siglo XVI se produjo en Europa un extraordinario y completo desarrollo de las ciencias, las artes y las letras. Este fenómeno es conocido como el Renacimiento.

Este es uno de los momentos más brillantes y más importantes de la historia: de los brillantes, porque los artistas crearon entonces obras maestras, difícilmente superadas después, y de los más importantes, porque, así como los descubrimientos marítimos de Cristóbal Colón y otros ensancharon el campo de la actividad material, el Renacimiento ensanchó el campo del pensamiento y de la actividad intelectual.

Este período adoptó una visión nueva del mundo, que trajo consigo derivaciones y resultados fecundos en el siglo XVI. Emerge una cultura y una visión del mundo centrada en el hombre. Esta se orienta hacia los valores de la naturaleza y, así, indirectamente se fomenta el espíritu aventurero que había de fructífera en los descubrimientos. Se abandonan los sistemas filosóficos de la Edad media, reducidos en gran parte a comentarios de la obra del filósofo griego Aristóteles, y las ciencias avanzan por el camino de la experimentación, dejando de buscar su justificación, más que en la investigación, en lo que afirmaban los pensadores de la antigüedad: Ptolomeo, Platón y otros.

La literatura, como las artes plásticas, se ve invadida por el espíritu laico, dejando de estar bajo la tutela de la Iglesia. En el plano religioso, se abandonan formas de piedad externas y superficiales, retornando, a través de la lectura de los textos bíblicos (cosa que hizo posible la invención de la imprenta), a formas de pureza evangélica.

 

 

Individualismo renacentista:

Quizás la transición más espectacular del hombre europeo en este período es el auge del individualismo. En el siglo XV triunfa la concepción individualista en todos los planos de la vida, en reemplazo de la concepción medieval, que hacía depender la seguridad del ser humano de su pertenencia a un grupo determinado: el gremio, la nobleza, la burguesía, el clero, etc.

Ante el empuje del individualismo, comerciantes de los Burgos o ciudades medievales, no solo sucumbieron los señores feudales, sino que también se derrumbó la familia medieval. Entre los medievales, la familia había sido una propiedad exclusiva del padre. La patria potestad, o poder del padre sobre los hijos, había sido absoluta y abusiva en la mayoría de los casos. En el siglo XIII, en las ciudades, el padre perdió el derecho de castigo, aunque en los campos y feudos agrícolas se siguió practicando durante mucho tiempo.

 

 

La Europa del Renacimiento

Durante el Renacimiento, Europa Occidental adquirió aproximadamente la configuración política que tiene hoy. Francia, España, Portugal e Inglaterra definen sus fronteras, mas no así los países que son, precisamente, los núcleos fundamentales del Renacimiento. Italia, Flandes, la Alemania del Sacro Imperio, son un conjunto de pequeños dominios que cambian continuamente sus fronteras y los amos de que dependen. La vida de los pequeños principados que componen estas regiones está presidida por un factor común: la guerra.

 

·         Situación de Italia:

El divisionismo italiano es fomentado por el papado, que no desea el desarrollo de un poder fuerte cerca de las fronteras de los estados pontificios. Los partidarios del poder papal recibieron el nombre de güelfos, y los partidarios del poder de los emperadores, el de gibelinos. La historia italiana de este período está teñida por la sangre que ambos bandos vertieron en sus luchas enconadas. Pero pese a la debilidad que supone esta situación, es de Italia de donde salen las formas de pensamiento revolucionario que caracterizan la época, y que son acogidas ávidamente por las restantes cortes europeas.

Durante el siglo XIV, Florencia fue gobernada por una serie de brillantes cancilleres que, si bien no respetaban la vida ni la hacienda de ningún ciudadano, establecieron una gran libertad de pensamiento, convirtiéndola en la ciudad en que se podían desarrollar, con una inmunidad relativa, los estudios humanísticos.

El gobierno de Florencia quedó en manos de la familia Médici, primero Cosme de Médici, luego Piero y más tarde, Lorenzo, llamado el Magnífico. Este ha quedado como modelo del hombre del Renacimiento. Hábil, mecenas y político, buen poeta, pero mucho menos hábil banquero, la banca Médici estaba al borde de la bancarrota en 1494- siempre dijo de sí que no era más que un ciudadano particular. Sin embargo, era el verdadero amo de Florencia. El interés y la protección de Lorenzo se centraron fundamentalmente en los hombres de letras.

 

 

Los Papas de la época:

A pesar del brillo de Florencia, Roma se convierte, desde mediados del siglo XV, en el verdadero centro cultural de Italia. En el papado se sucede una serie de grandes pontífices, en general consumados y ambiciosos políticos, además de hombres extraordinariamente cultos. La serie se inicia con Nicolás V (1447-1455) y se prolonga hasta Pablo III (1534-1549)

Nicolás V fue el fundador de la Biblioteca Vaticana. Pío II era un humanista que recibió tarde las órdenes sagradas. Continuó la tarea iniciada por Nicolás V, de reconstruir y fortalecer Roma. Su pontificado se critica por que se preocupó fundamentalmente de engrandecer a su familia, ejemplo que van a seguir otros papas renacentistas, en especial Sixto IV (1471-1484), Alejandro VI (1492- 1503) de la familia de los Borgia, padre de César y Lucrecia Borgia y los papas Médici: León X (1513-1521) y Clemente VII (1523-1534). Durante el pontificado de Sixto IV llegaron a Roma los más notables artistas de Italia: Boticelli, Perugino, Ghirlandaio, Signorelli, Pinturicchio. Pero frente al florecimiento cultural y artístico, se acentúa la relajación moral y política, especialmente entre el alto clero, y ello va a dar ocasión para las grandes crisis religiosas del siglo XVI y para que Roma sufra diversas invasiones, que culminarán con su saqueo.

 

 

Filosofía:

·         Nace el humanismo:

Durante la Edad Media, la idea de cristiandad pesó sobre toda la cultura. Pero con el declinar de ésta, el hombre y sus creaciones pasaron a ser el centro. Con ello se produjo un cambio importante en el modo de pensar, de vivir y de ver el mundo. Se iniciaba una etapa nueva en la vida de los europeos, que recibió el nombre de humanismo.

El ser humano se revaloriza: se destaca su inteligencia, su creación artística, su libertad, inspirada en la civilización clásica, el mundo adquiere una fisonomía distinta y todo tiende a humanizarse.

 

·         Orígenes del humanismo:

El humanismo nació en Italia en el siglo XIV y los que le dieron vida fueron dos florentinos, ambos escritores, Petrarca y Boccaccio, que por esta razón se constituyeron en los precursores del Renacimiento. Ambos se dedicaron con entusiasmo al estudio de las obras de la antigüedad clásica. Obras olvidadas y desconocidas de esa época las dieron a conocer y resucitaron gran parte del pasado de la literatura grecorromana; pero esta pasión por lo antiguo no sólo se limitó a lo literario, sino que también abarcó a las artes plásticas, y a la forma de vida humana, en general.

Francisco Petrarca fue calificado como el padre del humanismo por el impulso que dio al redescubrimiento de las letras clásicas y fue, a la vez, un filólogo (estudioso de los idiomas y obras literarias, especialmente en su parte gramatical), que inició la búsqueda de los manuscritos clásicos descubriendo, entre otras cosas, las cartas de Cicerón, que hasta esa fecha eran desconocidas. También estudió las obras de Horacio y de Virgilio y escribió en un latín perfecto numerosos poemas y epístolas, en los que ensalzó a los literatos de la antigüedad.

Tanto los papas como los principales monarcas de la época admiraron la labor cultural de este hombre, por lo que el Senado

de la República de Venecia lo nombró Ciudadano de Honor y tanto la ciudad de Roma como la Universidad de París lo premiaron con el estímulo máximo de ese entonces, la corona de laurel.

Juan Boccaccio, fue contemporáneo de Petrarca y también escribió numerosas obras en latín, idioma que dominaba a la perfección, pero no pudo incursionar en las obras de la antigüedad griega por desconocer el idioma heleno. Su obra más famosa es el Decamerón, colección de cien cuentos, en los que relata los vicios e inmoralidad de esa época. Esta obra se caracteriza por su estilo, que es la prosa clásica.

 

·         Influencia griega:

En el siglo XV, el humanismo adquiere real relevancia con la caída de Constantinopla, el último baluarte imperial. Luego del ataque de los turcos y la consiguiente destrucción del imperio bizantino, los eruditos helénicos abandonaron Constantinopla y buscaron refugio en las tierras occidentales, especialmente en Italia, país con el que habían mantenido cordiales relaciones durante toda la Edad Media. En este lugar dieron a conocer textos helénicos desconocidos hasta entonces y enseñaron el idioma griego, ignorado por completo en occidente.

Este paso es considerado como esencial en el desarrollo y penetración de la cultura bizantina en Italia. Se crearon escuelas de estudios griegos y una de la más importantes fue la de Miguel Crisoloras, quien junto con enseñar el idioma explicó diversas obras clásicas, poniendo especial énfasis en Homero. También sobresalió Basilio, dirigente de la Iglesia Ortodoxa, y que luego de radicarse en Roma abrazó la religión católica. Trajo desde Constantinopla más de 800 códices (manuscritos antiguos) griegos y latinos, que contenían obras de Tácito, de Sófocles y de Tito Livio. Todos querían leer estos textos y tener acceso al saber. Y exactamente en este mismo período, con la invención de la imprenta, se logra la difusión masiva de la cultura, con textos a bajo costo.

 

·         Erasmo de Rotterdam:

Aunque su fama no ha llegado hasta nuestros días con la intensidad que se perfiló en su época, fue el más grande representante del movimiento humanista, por la trascendencia de su obra. Para empezar a contar de él, y como dato curioso, el nombre y apellido de Erasmo resultan de la traducción al latín y al griego, respectivamente, de Guerrit (Gerardo), que era su nombre de pila, que viene de la palabra Geeren, que en holandés significa deseo. En latín desear es desiderare y en griego es eraomai. De desiderare eraomai resultó el nombre Desiderio Erasmo, con el que se le conoce, y que es lo mismo que Deseado.

Erasmo nació en Rotterdam, ciudad holandesa, en 1460; era un hombre de naturaleza enfermiza y de una inteligencia penetrante y sutil. Hablaba a la perfección el latín y el griego, lo que le facilitó enormemente ampliar su cultura clásica, la que perfeccionó con sus numerosos viajes por toda Europa. Su fama de erudito llegó a tal extremo que Carlos V, emperador de Alemania y rey de España, lo nombró su consejero y todos los príncipes de la época se disputaban para tenerlo en sus cortes.

El objetivo de vida de Erasmo era lograr una síntesis armoniosa de todas las contradicciones que el cerebro humano es capaz de mantener. Y ante todo era un gran conciliador que odiaba los extremos de todo tipo. La guerra le parecía la más grande y poderosa manifestación de contradicciones interiores e irreconciliables con la concepción de lo que constituía un hombre moral y reflexivo.

Vivía alternando su quehacer entre un país y otro y jamás se le pudo identificar con un hogar determinado; por esto se dice de él que fue el primer europeo consciente y cosmopolita, que no reconocía superioridades entre una nación y otra. Todos los pueblos le parecían dignos del mismo afecto y es por esta causa que preconizaba la unión de todos los hombres de buena voluntad, de todas las razas, de todos los países, en una liga de ilustrados y cultos. Al convertir el latín en el idioma general de los pueblos cultos, los ligó en una armonía intelectual que traspasó las fronteras. Este fue el gran valor de Erasmo de Rotterdam.

Erasmo escribió innumerables obras, entre las que resaltan los Adagios, colección de sentencias para uso de los escolares y los Coloquios o conversaciones. También escribió el Elogio a la locura, obra que dedicó a su amigo el humanista inglés, Tomás Moro. En ella hace una crítica a las costumbres de los contemporáneos, a las supersticiones, a los prejuicios, a la ignorancia y al fanatismo en todas sus formas.

También editó obras clásicas como la Geografía de Ptolomeo y publicó en griego el Nuevo Testamento, acompañado de una traducción en latín, cosa que se hacía por primera vez y que constituyó un acontecimiento literario.

 

 

 

Un nuevo ideal:

El humanismo en Alemania se remonta a la época de Carlos IV, cuando en esa época estudiantes alemanes viajaron a Italia a estudiar a los clásicos. Sebastián Brandt, Jaime Wimpfeling y Rodolfo Agrícola se unen y este último conduce el humanismo alemán a su etapa de perfección. Se crean importantes centros de estudios, resaltó los de Heidelberg y el de Nuremberg, en Baviera y aquí Juan Muller formó una notable escuela matemática, astronómica y cartográfica. En Heidelberg destaca Juan Reuchlin, quien en Florencia había conocido a Ficino y a Pico de la Mirándola, también notables humanistas. Reuclin dedicó toda su actividad a renovar los estudios hebraicos; fue el fundador de la gramática hebrea científica

 

 

·         Humanismo en Francia:

La difusión del humanismo en Francia fue algo más tarde que en Alemania. La inauguración del movimiento humanista en este país se debió a la acción de Guillermo Fichet, de Saboya. A su regreso de un viaje a Milán comenzó a editar las obras de los clásicos latinos y de los humanistas italianos. A Fichet le sigue quien le constituyó en el verdadero padre del humanismo francés, Jacobo Lefevre, la personalidad más vertiginosa de la intelectualidad de su país en el Renacimiento.

Lefevre fue humanista más por su búsqueda de un nuevo ideal filosófico que por su manejo del griego y del latín. Viajó a Italia y a su regreso dictó Clases de filosofía en el colegio del Cardenal Lemoine. Publicó obras como las Paráfrasis sobre la física, de Aristóteles y la Introducción a la metafísica.

Junto a Lafevre resalta en Francia Guillaume Budé, quien estableció su autoridad de helenista en el libro Comentarios de la Lengua Griega. Fundó el Colegio de Francia y desde el punto de vista religioso estuvo mezclado en las pugnas que existieron entre los católicos y luteranos.

 

·         El humanismo en Inglaterra:

A fines del siglo XV aparece el Humanismo en Inglaterra, Erasmo de Rotterdam influyó notablemente en Tomás Moro, el mayor representante del humanismo inglés. Tomás Moro escribió Utopía, libro en el que condensó todo su disgusto por la mezquindad del mundo que le rodeaba y que se encontraba perturbado por una crisis que afectaba a las voluntades y llenaba de amargura a muchos.

Moro, en su libro, presenta un sueño irrealizable, donde existe un estado previsor, regido por magistrados elegidos por el pueblo y donde el trabajo se organiza. Allí se distribuyen los víveres y los bienes producidos por la colectividad.

En su obra, además, comenta que una legislación liberal evita las discrepancias religiosas mediante la tolerancia y aunque la familia forma el engranaje de la sociedad, se admite el divorcio para evitar las incompatibilidades. Tomás Moro, profundamente católico, compatibilizó su fe con las actividades políticas, participando en la tarea de gobierno. Murió decapitado en 1535, acusado de traición. En el año 1935 la Iglesia católica lo canonizó.

 

·         Humanismo en España:

El humanismo penetró en España en la época de los Reyes Católicos y contó con el apoyo del Cardenal Francisco Jiménez

Cisneros, confesor de la reina Isabel y consejero de los monarcas. Este prelado creó la Universidad de Alcalá de Henares, la que se constituyó en el centro de los estudios humanistas. Los heruditos estudiaron los manuscritos de las Sagradas Escrituras y publicaron la llamada Biblia políglota Complutense. Esta Biblia contenía el Antiguo Testamento en diferentes idiomas (caldeo, hebreo, griego y latín) y el Nuevo Testamento en griego y latín y, además, constaba con un vocabulario hebreo-caldeo y una gramática hebrea. Esta obra es un verdadero monumento de la humanística española.

Antonio de Nebrija y Juan Luis Vives son los máximos exponentes del Humanismo español. Nebrija publicó una gramática española, que fue no solamente la primera editada en España, sino también la primera en un idioma romance.

Vives, por su parte, conoció a fondo el latín y escribió sobre filosofía, teología, moral y pedagogía. Fue un crítico científico de los métodos y normas vigentes en la enseñanza de esa época. Su obra más celebrada es Instrucción de la mujer cristiana, libro que traza las normas que deben regular la educación femenina.

 

·         Maquiavelo:

Dentro de los grandes escritores del Renacimiento italiano, hay uno en especial que es imposible dejar de mencionar por la trascendencia de su obra. Es Nicolás Maquiavelo quien desempeñó importantes cargos en su ciudad natal de Florencia, siendo enviado a la vez en misiones diplomáticas a Francia, ante el Papa y el Emperador. Cuando se retiró de la vida activa escribió sus grandes obras. La más sobresaliente y que conserva su importancia hasta el día de hoy, es El Príncipe, libro que es un símbolo de la política sin escrupulos. Maquiavelo tomó como modelo para escribir su obra a Cesar Borgia, quien según él hizo todo lo que un hombre listo y prudente ha de hacer para asentar sus estados.

En El Príncipe efectuó un minucioso análisis de los procedimientos del gobierno. El tratado mismo, que ha sido considerado como polémico, no es ni moral ni inmoral, sino un primer análisis objetivo y científico de los métodos que contribuyen a lograr y mantener el poder político. El detalle minucioso de estos métodos da al libro cierto aire de cinismo, pero contribuye también a hacerlo grande. Las tendencias personales de Maquiavelo, según da a entender en su obra, se inclinan hacia la forma de gobierno republicano.

Las expresiones maquiavelismo o maquiavélico que usamos hoy en día vienen precisamente de Maquiavelo, y se deben a los consejos que da a los gobernantes para dirigir sus países. Señala que no deben reparar en principios morales de ninguna especie, ni tienen por qué distinguir entre el bien y el mal o entre lo justo e injusto, porque todo cede frente al provecho del gobierno. Y precisamente de esto, nació el maquiavelismo.

 

 

Ciencia y Tecnología:

·         Los primeros pasos:

No existe una fecha precisa para determinar el inicio del Renacimiento. Sin embargo, ya a comienzos del siglo XV encontramos hombres como Fillippo Brunellschi, arquitecto que construyó la cúpula de la catedral de Florencia y la iglesia de San Lorenzo, en la misma ciudad. Lorenzo Ghiberti, por su parte, pasó a la historia, ya que realizó magníficos bajorrelieves en bronce en las puertas del baptisterio de Florencia. Su obra maestra fue bautizada por el propio Miguel Angel como la Puerta del Paraíso. Uno de los ayudantes de Ghiberti más tarde llegó a ser considerado también como un maestro de la escultura. Se trata de Donato Bardi, más conocido como Donatello. Este artista, también florentino, fue uno de los primeros en utilizar modelos vivos para sus esculturas, con lo que logró darles un gran realismo.

 

·         Un genio múltiple Leonardo da Vinci:

Este gran maestro, nacido en Vinci (Italia) el año 1452, se interesó en prácticamente todo lo que podía abarcar sus ojos y su mente. Y logró sobresalir en todas la áreas a las que se dedicó. Las ciencias, por ejemplo, le deben grandes estudios. Pero dejemos eso para más adelante. Por ahora, no referimos principalmente a su genio artístico.

Para Leonardo, la misión del artista era explorar el mundo visible con la mayor rigurosidad. En 1469 se trasladó a Florencia, y fue aprendiz del pintor y escultor Andrea del Verrocchio. Con miles de ideas dándole vueltas continuamente en la cabeza, no es de extrañar que este hombre múltiple nos legara muchas obras pictóricas acabadas. Se dice que el maestro no quería que cualquiera pensara que podía ir a encargarle un cuadro, sin más. Incluso muchas veces dejó en el aire a sus clientes, sin cumplir sus encargos.

Pero en arte, como en muchas otras cosas, lo importante no es la cantidad, sino la calidad. Y en este aspecto, da Vinci fue un ejemplo para sus contemporáneos y para los creadores posteriores. Uno de los cuadros más famosos de este maestro es, sin duda, la Mona Lisa o, dicho en castellano, Señora Lisa. Es más, muchos consideran que este es el cuadro más famoso del mundo. Y, en realidad, el rostro de esta dama florentina ha recorrido la tierra entera en cientos de afiches, tarjetas postales e incluso anuncios publicitarios.

Mucho se ha hablado de la enigmática expresión de este rostro, que a veces parece sonreír y otras refleja cierta amargura. En realidad, da Vinci dejó un campo a la imaginación de los espectadores. Él utilizó brillantemente la técnica de esfumar y suavizar los colores, quitando rigidez a los contornos. Y este es el secreto de la Mona Lisa, cuyos ojos y comisuras de los labios, fundidos con suaves sombras, adquieren nuevos matices cada vez que los miramos.

Otra de las grandes creaciones de Leonardo es la Ultima Cena que, lamentablemente, sufrió Gran deterioro con el paso de los años. La armonía de esta obra y la profundidad de la escena fueron producto de un arduo trabajo. Según se cuenta, en ocasiones Leonardo pasaba todo un día meditando con el pincel en la mano, sin decidirse a dar un trazo. Y es que, aparte de la excelencia técnica, el espíritu plasmado es el que da grandeza a las obras cumbres del arte.

Mona Lisa

 

·         Un Angel artista Miguel Angel Buonarotti:

"Nada puede el artista concebir, ni puede con la mente imaginar, que en un mármol no pueda inscribir, la mano que obedece a mi pensar...", son palabras atribuidas a Miguel Angel Buonarotti, una de las figuras cumbres del Renacimiento italiano.

Nacido por el año 1475 en Caprese (Toscana), Miguel Angel quiso desde muy joven dedicarse a la creación artística. De nada valieron los discursos, enojos y hasta golpes que le propinaron para hacerle cambiar de opinión, él había decidido su camino. Con un carácter nada angelical y mucha determinación, se salió con la suya. Su maestría llamó la atención de los Médici, que lo acogieron en su palacio, donde pudo desarrollar su talento y descubrió su pasión por la escultura.

Se cuenta que su nombre se cubrió de fama en Roma, debido a un episodio bastante particular: aplicando toda su maestría, imitó una figura de un Cupido dormido y se la entregó a Baldasare Milanesso. Este señor cayó en la tentación de hacer una tremenda pillería. Enterró la figura durante un tiempo y luego la vendió como si fuera una pieza antigua, a un precio exorbitante. Claro que, al poco tiempo, el fraude se descubrió y, aunque suponemos que al burlado comprador no le hizo ninguna gracia, toda la gente quedó admirada de la perfección con que la obra había sido realizada.

Miguel Angel llegó a Roma en 1496. De inmediato puso manos a la obra, con un vigor impresionante. Fruto de esta época es el hermoso David que, para muchos, es el máximo de la perfección. Con algo más de 5 metros de altura (incluyendo la base), este joven de mármol es el mejor himno de admiración a la belleza del ser humano. Por ese mismo tiempo, dio forma a La Piedad, escultura que representa a la Virgen con el cuerpo de Jesús en sus brazos.

El artista, a esas alturas, ya era sumamente famoso en Italia. Naturalmente no tardó en convertirse en el favorito de los papas. Pero, junto a los aplausos también recibió un peso que muchas veces lo sacó de sus cabales: encargos y más encargos. El Papa Julio II, le encomendó realizar una tumba monumental en la Basílica de San Pedro, que por aquel entonces estaba remodelando el arquitecto Bramante. Aunque el artista estaba de lo más entusiasmado, la obra se fue postergando una y otra vez. Dicen que en esto tuvo que ver el propio arquitecto que, molesto por la admiración que el papa sentía hacia Miguel Angel, convenció al pontífice que construirse una tumba en vida era como tentar al destino. El caso es que Julio II, le encargó entonces decorar la bóveda de la Capilla Sixtina, del Vaticano. Esta vez, la idea no le pareció nada genial a Buonarotti. Él quería seguir dedicado a la escultura y no le tentaba para nada ponerse a pintar... y menos en las incómodas condiciones que imponía la tarea de pintar frescos en el cielo de una bóveda, sobre un andamio. Esta vez, el papa fue más testarudo que el propio Miguel Angel, quien tuvo que aceptar. A pesar de haber emprendido la tarea a regañadientes, el resultado fue prodigioso.

Una vez finalizada la obra, el artista volvió a trabajar en las esculturas para la tumba del pontífice. Por esas cosas del destino, sólo una de ellas ocupó el lugar para el que fue concebida. Se trata de la solemne estatua de Moisés, famosa por la expresión de su rostro.

Entre 1536 y 1531, encontramos a Miguel Angel trabajando nuevamente en la Capilla Sixtina. Esta vez le tocó hacer un imponente fresco en la pared tras el altar mayor, en el cual representó magistralmente El Juicio Final. La expresividad y el estudio de los cuerpos, patentes en esta obra, han maravillado a la gente por siglos. Sin embargo, los desnudos que primitivamente había en la pintura, causaron polémica entre algunos puritanos. Se relata que un maestro de ceremonias que visitó la capilla se escandalizó mucho. En respuesta, Miguel Angel no encontró nada mejor que incluir a este personaje en la parte dedicada al infierno.

Miguel Angel, pintor y arquitecto, pero ante todo escultor apasionado, murió en 1564 legando "su alma a Dios, su cuerpo a la tierra y su ropa a los parientes más próximos".

 

·         El Divino Rafael Sanzio:

Por la misma época en que Leonardo y Miguel Angel competían en fama y maestría en Florencia, un joven pintor, llamado Rafael Sanzio comenzaba a dar que hablar en la región de Umbría (al centro de Italia). Desde joven llamó la atención como un artista promisorio en el taller del maestro Pietro Perugino. Más tarde se trasladó a Florencia, donde no era nada fácil triunfar, ya que había que conquistar un lugar en el campo donde reinaban dos gigantes del arte. De hecho muchos artistas jóvenes se descorazonaban de entrada, sabiendo que sus obras serían comparadas con las del gran Leonardo. Pero aunque Rafael no poseía los hondos conocimientos de éste, ni la fuerza de Miguel Angel, llevaba en la manga su propio as de triunfo: la dulzura de su carácter, tan diferente a la personalidad temperamental de los grandes, le hizo ganar la simpatía de mucha gente... y también la de los mecenas.

Sus grandes obras son tan dulces y apacibles, que parecen haber sido pintadas sin ningún esfuerzo. Pero la aparente sencillez es fruto de un pensamiento profundo y gran esmero. Ejemplo de esto son sus famosas madonas, muy admiradas.

Tras su estadía en Florencia, Rafael fue llamado a Roma, por la misma época en que Miguel Angel trabajaba en la Capilla Sixtina. Julio II encontró de inmediato una tarea para el joven Rafael, y lo puso a decorar las paredes de varias salas del Vaticano. Entre los frescos de estas estancias figura, por ejemplo, la Escuela de Atenas, que resume la escuela de la filosofía magistralmente.

Fue tal la admiración que despertó Rafael con sus obras, que recibió el apodo de El Divino. Bajo el papado de León X llegó a ser el verdadero director de artes en la corte del Vaticano. Pero esta idea llena de bellezas y triunfos fue bastante breve. En la primavera de 1520, los 37 años de edad, Rafael murió. El cardenal Bembo, un erudito de la época, inscribió en su epitafio el sentir de sus admiradores. "Esta es la tumba de Rafael, en cuya vida la Madre Naturaleza temió ser vencida por él y a, cuya muerte, ella también murió".

Con Rafael queda completo el trío de los mayores exponentes del Renacimiento italiano. Pero eso no significa que hayan sido los únicos artistas realmente talentosos que han dejado importantes herencias a la humanidad. En Italia, y también en otros lugares de Europa, el auge renacentista hizo florecer tal cantidad de inspirados creadores, que es prácticamente imposible mencionarlos a todos. Como botón de muestra diremos que, entre los pintores flamencos, merece un sitial de honor Pedro Pablo Rubens. El holandés Rembrandt van Rijn fue, por su parte, un genio el dominio de la luz, cuyos efectos manejó a su antojo en sus pinturas.

En España, finalmente, surgió la magnífica figura de Domingo Theotocopuli. Aunque este nombre no diga mucho para algunos, la cosa cambia al mencionar su seudónimo de El Greco. Este pintor, inconfundible por sus expresivas figuras alargadas, nació en Creta pero desarrolló su obra en suelo español. Fue también en esa tierra donde el pincel de Diego de Velázquez dio vida a muchas obras que siguen maravillando al mundo. Este pintor, aparte de manejar extraordinariamente las luces y el color, tuvo el mérito de dar cabida a los rasgos "feos" de los seres humanos en sus pinturas. Es así como en sus retratos prima la sinceridad y el realismo... y queda demostrado que un rostro poco agraciado no quita belleza a una obra de arte.

 

·         La ciencia moderna:

La ciencia moderna como hoy la conocemos produjo sus primeras manifestaciones en la Italia del Renacimiento. Era un mundo práctico en el cual financieros, mercaderes y artesanos tenían gran influencia. Entonces no existían grandes diferencias entre el artista y el artesano y los problemas técnicos que se presentaban eran de interés para todos. El artista estudiaba anatomía y discutía con el médico en su mismo nivel, esta manera inteligente de afrontar las limitaciones humanas era un buen camino para vencer las dificultades. La ciencia aplicada a fines útiles y la fabricación de aparatos por artesanos bien adiestrados iniciaron la revolución cultural.

Las universidades italianas se desarrollaron mucho, y a ella acudían jóvenes de toda Europa, Copérnico vino del área del Báltico, Harvey de Inglaterra y Vesalio de Bélgica. De estos tres hombres, Copérnico varió la mentalidad de la edad Media al establecer que al Tierra gira alrededor del Sol; la Tierra no era pues el centro del universo.

 

·         Una nueva cosmología:

Poco antes de su muerte, Copérnico publicó su gran obra En torno a la revolución de las esferas celestes, no solo descubrió que la posición del Sol y de la Tierra eran totalmente opuestas a lo que se pensaba, sino hizo hincapié en que las estrellas fijas están a gran distancia. De repente el universo apareció inmenso y el hombre y su viejo mundo quedaron muy pequeños. Ahora el antiguo mundo de la Astrología y de la fe ciega estaban condenados. Después del invento holandés del telescopio, los astrónomos que siguieron, continuaron el trabajo de observación hasta que se llegó a una conclusión con Newton.

Tanto Leonardo como Miguel Angel llevaron a cabo disecciones para estudiar más a fondo la anatomía humana. El resultado de estos estudios puede verse en los dibujos hechos con gran exactitud en los cuadernos de Leonardo. Más tarde apareció un trabajo médico escrito por André Vesalio, ilustrado con bellos dibujos que ofrecían testimonio del funcionamiento del cuerpo, y se llamo La textura del cuerpo humano. Este libro desterró a Galeno como autoridad absoluta y preparó el camino del trabajo posterior de Harvey sobre la circulación de la sangre.

Harvey reunió todo lo que sabía de la circulación sanguínea, y se dio cuenta de que el corazón era semejante a una bomba; la sangre salía del corazón por las arterias y volvía a él a través de las venas. Aunque sin la ayuda de un microscopio este sistema no podía observarse. Harvey inyectó colorante en la circulación para descubrir su sentido. Su libro En torno al movimiento del corazón fue la base del progreso futuro en este terreno.

 

 

Arquitectura:

La arquitectura renacentista brotó del mismo movimiento que llevó a los estudioso, especialmente florentinos, a buscar por doquier escritos de antiguos griegos y romanos.

En Italia nunca se aceptó con entusiasmo el estilo de construcción gótico. Se adoptó, sin duda, el arco punteado y los métodos estructurales góticos, pero los constructores italianos seguían fieles a los ideales del viejo clásico. Por consiguiente Italia no tardó en abandonar el gótico e introducir de nuevo el ideal y forma clásicos en le arte arquitectónico.

Entre los escritos antiguos que descubrieron y publicaron en este periodo se hallaban los de un arquitecto romano que vivió en el siglo I d. C. Vitruvio era su nombre, había escrito un manual De architectura en el que defendía la necesidad de proporción ideal. Creyó que la perfección se podía conseguir y enseñar, y creó reglas para guiar a los arquitectos y a los artistas en esta búsqueda. Vitruvio enseñó que el círculo y el cuadrado eran dos formas perfectas que habían de servir de base a todo diseño aceptable. Por lo tanto los arquitectos renacentistas adoptaron la cúpula, símbolo además del orden universal, y recuperaron elementos como los órdenes griegos clásicos y el frontón.

Las edificaciones del Renacimiento se caracterizan por construir un conjunto racional, cuyos elementos se hallan dispuestos según rigurosas normas de proporción. En lo referente a las iglesias los elementos formales característicos son la construcción circular coronada por una cúpula, las ventanas pequeñas rematadas a veces por un tímpano o rodeadas de pequeñas pilastras y la división armónica de la superficie de los muros.

Estos nuevos elementos se encontraron reunidos por primera vez en las obras de Brunelleschi, autor de la primera gran cúpula del Renacimiento (catedral de Florencia). En Florencia hizo también su aparición por vez primera el palazzo, vivienda particular de un rico burgués, que expresaba de manera impresionante el orgullo y la fuerza interior del hombre renacentista.

 

·         Brunelleschi:

Uno de los primeros y más notables arquitectos renacentistas fue Filippo Brunelleschi, (1377-1446). Tras un período de estudio en Roma, retorno Florencia, adoptó las viejas formas clásicas y con ellas expresó el nuevo espíritu del Renacimiento. Otorgó nueva vida y carácter de serena simplicidad a las formas de la antigua arquitectura romana.

Aunque no llegó a establecer un sistema teórico, su obra fue motivo de inspiración para todos los arquitectos posteriores. Entre sus mayores logros se encuentran las iglesias de Santa María de la Flores y la del Santo Espíritu, ambas en Florencia.

Albertí:

León bautista Albertí (1404- 1472) llevó cabo una labor inteligente tanto en el campo arquitectónico como en el teórico. Su obra magna, la iglesia de San Andrés de Matua, fue un modelo para la arquitectura religiosa posterior.

Un discípulo de Labertí, Giuliano de Sangallo, significa, con la construcción de Santa María de las Cárceles, un momento de transición hacía el Alto Renacimiento. Ese mismo arquitecto es el autor de la Villa de los Médici, ejemplo clásico de villa renacentista, sobria belleza y conjunción en el paisaje.

 

·         Escuela Manierista:

La característica principal del manierismo, que se desarrolla a finales del siglo, es la introducción de la tensión dramática en las, y la supeditación de la medida a al liberta creativa del autor.

El principal representante de esta etapa es sin duda el propio Miguel Ángel, aunque su obra escapa a al clasificación. La capilla Sixtina, muestra la diversidad de su genio.

Entre los arquitectos de esta época destaca también la llamada escuela de Venecia, cuyos representantes son Giacomo Della Porta y Andrea Palladio. El estilo de Palladio escapa el manierismo y supone una elegante combinación de formas clásicas y elementos decorativos.

Aparte de su obra propia, la importancia de Palladio radica en su influencia en Europa a través de su obra Cuatro libros de arquitectura, que dio origen a un estilo llamado Palladiano.

Arquitectura renacentista europea:

Francia es el país que antes recibe la influencia del Renacimiento italiano, y el único que crea un estilo propio sin injerencias góticas, caracterizado por su manierismo de formas suaves. El más conocido de los arquitectos es Philibert Delorme constructor de la s Tullerias.

En Alemania e Inglaterra la supervivencia del gótico hace difícil que se acepte la arquitectura italiana; la mayor influencia se revela en los edificios civiles y en los elemento decorativos. En los países bajos, pese al desarrollo de su pintura, la arquitectura mantiene también durante largo tiempo las reminiscencias góticas.

 

·         Escultura:

Florencia fue también parte de la nueva escultura renacentista, en la que se funden el estilo naturalista gótico y las normas estrictas del clasicismo. Los modelos grecolatinos proporcionan también un interés por los motivos majestuosos, y favorecen la vuelta a la valoración al desnudo. El primer gran escultor de esta época es Lorenzo Ghiberti, autor de las puertas del Baptisterio de Florencia, que pese a todo no llega a superar por completo las convenciones del gótico.

 

 

 

 

·         Donatello:

La verdadera ruptura del período medieval con el Renacimiento se produjo a principio del siglo XV, y se debe al escultor Donatello y al pintor Masaccio. Donatello fue uno de los más grandes artistas de todos los tiempos, su obra, de múltiples aspectos y su vigor y entusiasmo tan inmensos, le hicieron penetrar en nuevos terrenos artísticos. En su David de bronce fue el primero, desde los tiempos clásicos, en elegir un desnudo para expresar un profundo significado intelectual. Su escultura ecuestre el Gattamelata, constituye un triunfo del bronce fundido. La importancia de Donattello no solo radica en sus soluciones técnicas, sino en la naturalidad de que dotó a sus modelos. En sus últimas obras se trasluce una velada melancolía.

 

·         Pintura del Renacimiento en Alemania y los Países Bajos:

Mientras ocurrían grandes cambios del Renacimiento, centrados en Florencia y Roma, el noroeste de Europa no había permanecido inactivo. Su centro más importante fue Flandes (Bélgica actual). Al igual que Florencia en el sur, las ciudades de Gante y Brujas eran importantes centros comerciales, en que se reunían mercaderes y los artistas con mente en los negocios estaban dispuestos a sacar provecho de los ricos que, como suele suceder en el Sur, eran los mejores postores.

Los hermanos Van Eyck, Hubert y Jan representaron en Flandes el mismo papel que Masaccio en Italia. Su obra más importante fue un retablo, cuyo tema central se basa en la adoración del cordero místico, en que el cordero es símbolo de Jesús. Existen datos de que Hubert empezó la pintura y a su muerte Jan la terminó.

Quizá el más sorprendente y famoso pintor del norte fue Hyeronimus Bosch, llamado el Bosco cuya fantasía repleta de las más delirantes e inverosímiles imágenes se adelantó a las pinturas surrealistas de nuestros tiempos. De intención inminentemente moralista, la obra de este creador se halla poblada de seres oníricos cuya interpretación simbólica ha sido muy discutida. Un ejemplo característico es el tríptico de El jardín de as delicias.

Pieter Brueghel fue otro pintor flamenco capaz de inventar las fantasías más grotescas y aterradoras, aunque en sus mejores cuadros plasma a las gentes de su tiempo en el trabajo o divirtiéndose. Registró la tosca crudeza de su vida con tal mezcla de sátira y compasión, de un modo tan poderosos, que las escenas más cotidianas se hacen extrañamente memorables.

El pintor alemán más destacado de este período y también el mejor grabador de madera fue Albrecht Durero. Se le ha llamado El Leonardo del Norte ya que al igual que Leonardo estudió todas las técnicas más representativas.

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