Arquitectura
Arquitectura Dominicana
Cine Dominicano
Estilo
gótico, Arte y arquitectura,
Estilo
artístico europeo con unos límites cronológicos que oscilan entre
aproximadamente el año 1140 y las últimas décadas del siglo XVI, según las
áreas geográficas. Se aplicó en el campo de la arquitectura civil y
religiosa, la escultura, las vidrieras, la pintura mural y sobre tabla, los
manuscritos miniados y las diversas artes decorativas. El término gótico fue
empleado por primera vez por los tratadistas del renacimiento, en sentido
peyorativo, para referirse al arte de la edad media, al que ellos consideraban
inferior y bárbaro (godo, de ahí el término gótico) comparado con el arte clásico.
En el siglo XIX se produjo una revalorización de este periodo debido a
movimientos historicistas y románticos. El gótico apareció a continuación
del románico, a lo largo de la baja edad media, y hoy día se considera uno de
los momentos más importantes desde el punto de vista artístico en Europa.
Arquitectura
El
estilo gótico encontró su gran medio de expresión en la arquitectura. Surgió
en la primera mitad del siglo XII a partir de la evolución de precedentes románicos
y otros condicionantes teológicos, tecnológicos y sociales. La arquitectura gótica
perduró hasta bien entrado el siglo XVI en diversos países europeos como
Inglaterra, mucho después de que el estilo renacentista hubiera penetrado en
otros campos artísticos. Las mayores realizaciones del gótico se manifestaron
en el terreno de la arquitectura religiosa.
En
contraste con la arquitectura del románico, cuyas características esenciales
son los arcos de medio punto, las estructuras macizas con escasos vanos y las bóvedas
de cañón o arista, la arquitectura gótica empleó el arco apuntado, agujas,
chapiteles y gabletes, reforzando el sentido ascensional que pretende transmitir
el edificio, amplios vanos con tracerías caladas para conseguir la máxima
luminosidad y estructuras reducidas al mínimo. Todas estas cualidades estilísticas
fueron posibles gracias a las innovaciones constructivas, especialmente a la
aparición de la bóveda de crucería. Las iglesias medievales poseían bóvedas
muy pesadas, que obligaban a disponer muros gruesos y con pocos ventanales para
soportar sus empujes. A principios del siglo XII los constructores inventaron la
bóveda de crucería, que consiste en el cruce de dos arcos o nervios apuntados,
que conforman una estructura resistente sobre la que se colocan los ligeros
plementos o elementos de relleno que configuran la bóveda. Este sistema además
de ligero y versátil, permite cubrir espacios de diversa configuración formal,
con lo que posibilita un gran número de combinaciones arquitectónicas.
Aunque
las primeras iglesias góticas adoptaron una gran variedad de formas, la
construcción de las grandes catedrales del norte de Francia en la segunda mitad
del siglo XII se benefició de las ventajas de las bóvedas de crucería. Con
ellas se podían concentrar los empujes en los cuatro puntos del vértice y
posteriormente apearlos por medio de los elementos sustentantes, que podían ser
los pilares o columnas pero también el sistema de estribo y arbotante, un arco
que transmite los esfuerzos tangenciales hacia un contrafuerte situado en el
exterior del edificio coronado por un pináculo. Como consecuencia, los gruesos
muros de la arquitectura románica pudieron ser reemplazados por ligeros
cerramientos con ventanales que permitieron la aparición de la vidriera y
facilitaron que el edificio alcanzase alturas insospechadas. Así se produjo una
revolución en las técnicas constructivas.
Con la bóveda
gótica los edificios pudieron adoptar formas variadas. Sin embargo, la planta
común de las catedrales góticas consistió en tres o cinco naves
longitudinales, un transepto, un coro y un presbiterio, es decir, una composición
similar a la de las iglesias románicas. Las catedrales góticas también
mantuvieron y perfeccionaron la creación más genuina de la arquitectura románica:
la girola, una estructura compleja que aparece en la cabecera del templo,
generalmente de forma semicircular con un deambulatorio alrededor y al que se
abren capillas radiales de planta semicircular o poligonal. La organización de
los alzados en el interior de las naves y en el coro también mantuvo los
precedentes románicos. Por otro lado, los esbeltos pilares compuestos que
separan las naves, con sus finos fustes elevándose a través del triforio hasta
las nervaduras de las bóvedas, y el uso del arco apuntado en todo el edificio,
contribuyen a crear efectos de verticalidad que constituye la expresión más
intrínseca de la arquitectura gótica.
El
objetivo prioritario de la organización exterior de la catedral gótica, con
sus arbotantes y pináculos, fue contrarrestar el peso de las bóvedas. La
fachada occidental o de los pies de la iglesia, por otro lado, intentaba
producir un efecto de desmaterialización del muro a través de ricos recursos
plásticos. La típica fachada principal gótica se divide en tres cuerpos
horizontales y tres secciones verticales o calles, donde se abren las tres
portadas que se corresponden con las naves del interior. Las dos torres
laterales forman parte del cuerpo de la fachada y se rematan frecuentemente por
agujas o chapiteles. Por último, el gran rosetón sobre la portada central
supone un magnífico centro para la totalidad del conjunto.
Gótico
temprano
En
Francia, durante la primera mitad del siglo XII, la bóveda de crucería apareció
esporádicamente en cierto número de iglesias. Sin embargo, la fase que iba a
conducir a la construcción de las grandes catedrales francesas comenzó en
1137, con motivo de la construcción de la girola de la iglesia abacial de
Saint-Denis, panteón real en las afueras de París. En el deambulatorio de
Saint-Denis, las finas columnas que sustentan las bóvedas de crucería y la
ausencia de muros divisorios entre las distintas capillas radiales proporcionó
un nuevo sentido de espacio continuo, fluido, que anticipaba las creaciones
posteriores.
Saint-Denis
fue el modelo para la primera de las grandes catedrales, Notre Dame de París
(comenzada en 1163), así como para un periodo de experimentación orientado a
la desmaterialización del muro por medio de la apertura de grandes ventanales
traslúcidos. El añadido de un cuarto piso en los alzados interiores incrementó
la altura de forma vertiginosa. Este piso adicional, denominado triforio,
consiste en un estrecho pasadizo con arquerías situado entre la tribuna que se
halla sobre las naves laterales y el nivel de los ventanales superiores
(claristorio). Las catedrales francesas de Laon y Noyon también corresponden a
esta primera etapa.
Gótico
clásico
La fase
experimental del gótico temprano se resolvió finalmente en la catedral de
Chartres (comenzada en 1194). Eliminando la tribuna del segundo piso heredada
del románico, pero manteniendo el triforio, recupera la sección longitudinal
de tres pisos o niveles. En su defecto se gana altura a través de un amplio
claristorio o piso de ventanales, nivel de las arquerías, que proporciona una
luz casi vertical. Cada vano se organiza mediante una estructura geminada,
dividido por un parteluz y decorado con motivos de tracería como tréboles, óculos
o cuadrifolios. La catedral de Chartres sirvió de modelo para las siguientes
catedrales góticas.
Este
periodo del gótico clásico culminó en la catedral de Reims (comenzada en
1210). Con sus equilibradas proporciones, Reims representa el momento clásico
de serenidad y reposo en la evolución de las catedrales góticas. La tracería
calada, característica de la arquitectura gótica tardía, fue utilizada por el
primer arquitecto de Reims. En las placas primitivas de tracería, como en los
ventanales de Chartres, el muro de mampostería esta perforado por una serie de
aberturas. Por el contrario, en la tracería calada cada ventana se subdivide en
dos o más arcos apuntados por medio de finas columnillas de piedra llamadas
parteluces, y en la parte superior aparece un diseño que produce el efecto de
un recortable. Reims sigue el esquema general de Chartres, pero otra solución
del gótico apareció en la gran catedral de cinco naves de Bourges (comenzada
en 1195): en lugar de un crecido cuerpo de ventanas como en Chartres, el
arquitecto de Bourges redujo el claristorio en favor del cuerpo de arquerías y
del triforio. En torno a 1220, la nave de la catedral de Amiens retomó el
sentido clásico y ascensional de Chartres y Reims, enfatizando la verticalidad
y la estilización de los pilares. De este modo Amiens supuso una transición
hacia la más elevada de las catedrales góticas francesas, la catedral de
Beauvais. En ella aparece un gigantesco piso de arquerías (derivado de Bourges)
bajo un piso de ventanales del mismo tamaño, que permite alcanzar la altura sin
precedentes de 48 metros.
Gótico
radiante o rayonnant
La
catedral de Beauvais se comenzó en 1225, un año antes de que Luis IX de
Francia ascendiese al trono. Durante su largo reinado, de 1226 a 1270, la
arquitectura gótica entró en una nueva fase denominada radiante o rayonnant.
El término rayonnant deriva de los elementos radiales, como los de una
rueda, que conforman los enormes rosetones característicos de este estilo. La
altura dejó de ser el principal objetivo, y en su lugar se extremó la
desmaterialización del muro reduciendo el espesor de la mampostería,
extendiendo los ventanales y reemplazando el muro exterior del triforio por
vanos de tracería. Los muros de este periodo radiante asumieron el carácter de
membranas traslúcidas.
Todas
estas características del gótico radiante fueron incorporadas en la primera
empresa importante llevada a cabo durante esta nueva fase, la reconstrucción
(comenzada en 1232) de la iglesia abacial de Saint-Denis. De la primitiva
estructura sólo se preservaron el deambulatorio y la fachada principal. Sin
embargo, el espíritu rayonnant está mejor representado por la
Sainte-Chapelle, la espaciosa capilla palatina construida para Luis IX entre
1242 y 1248, en la Île-de-la-Cité, en el centro de París. Los inmensos
ventanales, que se elevan casi desde el nivel del suelo hasta el arranque de las
bóvedas, ocupan la totalidad del espacio entre los haces de columnas,
transformando de este modo la capilla en una robusta armadura pétrea recubierta
por superficies acristaladas por donde se filtra la luz a través de vidrieras
multicolores.
En la
evolución de la arquitectura gótica, el progresivo aumento de los vanos acarreó
la posibilidad de crear un ambiente interior sacralizado y simbólico a través
de la luz coloreada que pasaba a través de las vidrieras. Los colores
dominantes fueron el azul oscuro y el rojo rubí brillante. En las ventanas de
las capillas subsidiarias y de las naves laterales se dispusieron pequeñas
vidrieras en forma de medallones, que ilustraban episodios bíblicos y de la
vida de los santos. Su proximidad con respecto al observador permitía la
contemplación de sus detalles. Cada una de las ventanas del claristorio, por
otro lado, estaba ocupada por enormes vidrieras con imágenes monumentales,
perceptibles desde el suelo. A partir del último tercio del siglo XIII la mística
oscuridad se fue disipando, a medida que la técnica de la grisalla —cristal
blanco decorado con dibujos en gris— se fue combinando con los paneles de
colores, cada vez más vivos y luminosos.
Expansión
de la arquitectura gótica
La
influencia de la arquitectura gótica francesa en el resto de Europa fue enorme.
En España, este estilo también está representado por las grandes catedrales
urbanas, si bien en el siglo XV la obra civil adquirió mayor importancia.
Durante la etapa del gótico clásico, la implantación de las influencias
francesas a través de la corte de Fernando III se refleja en las catedrales de
Burgos, Toledo y León. A pesar de ello, las catedrales españolas no fueron
copias provincianas de los modelos franceses, y en ellas se perciben características
arquitectónicas y decorativas propias de la cultura hispana, como la introducción
de elementos mudéjares. La más próxima a los prototipos franceses es la
catedral de León, terminada hacia 1280, que responde a los ideales clásicos de
altura y amplias superficies acristaladas con magníficas vidrieras. En el siglo
XIV el mayor desarrollo arquitectónico tuvo lugar en Cataluña y Levante, con
ejemplos destacados como las catedrales de Barcelona, Palma de Mallorca y
Gerona. El modelo de catedral en este área se adecuó a los postulados del sur
de Francia, por lo que se ha denominado gótico mediterráneo. Este estilo se
caracteriza por el predominio de la planta de salón —consistente en la
disposición de naves a la misma altura—, la diafanidad espacial, el
aprovechamiento de los vacíos entre contrafuertes para alojar capillas, la
escasa iluminación y la supresión de los arbotantes, lo que se traduce en
exteriores macizos y sin esa tendencia a la verticalidad propia del gótico
francés más ortodoxo.
En
Alemania (que entonces formaba parte del Sacro Imperio Romano Germánico junto a
otros territorios de Europa central) el gótico también apareció a lo largo
del siglo XIII, aunque en una primera fase convivió con los esquemas románicos
autóctonos. En 1248 se inició la catedral de Colonia, que excedía en su
altura interior a la catedral de Beauvais y cuyo coro se inspiró en el estilo
radiante de la catedral de Amiens. Poco después se inicia la de Estrasburgo, en
el siglo XIV la de San Esteban de Viena y las catedrales de Praga, Friburgo y
Ulm, que destacan por sus esbeltas torres. También en Alemania se materializó
el modelo de iglesia-salón característica del gótico mediterráneo, como se
observa en San Lorenzo de Nuremberg (siglo XV).
En
Italia e Inglaterra la aceptación de los esquemas franceses se encontró con
mayores reticencias, de modo que su influencia fue escasa. Las iglesias
florentinas y las reminiscencias superficiales del gótico francés en las
fachadas de la catedrales de Siena y Orvieto son simples fases transitorias en
la evolución que condujo en Italia del románico clasicista a los inicios de la
arquitectura renacentista en la obra de Filippo Brunelleschi.
En
Inglaterra, la influencia de la arquitectura gótica francesa tan sólo se
manifiesta en dos ocasiones, una en torno a 1170 con la ampliación oriental de
la catedral de Canterbury y otra, a mediados del siglo XIII, en la abadía de
Westminster (comenzada en 1245), basada en el esquema general de Reims. Por lo
demás, los arquitectos ingleses desarrollaron su propio lenguaje gótico que
enfatizó la longitud y la horizontalidad. La girola poligonal o semicircular
francesa se sustituyó por una cabecera cuadrada, prolongada en ocasiones por
una rectangular Lady Chapel o capilla de la Virgen. Este acusado alargamiento de
la planta, a menudo determinó el uso de dos transeptos y la multiplicación de
nervios en las bóvedas, algunos de los cuales fueron puramente ornamentales.
El
primer gótico inglés (Early Style) está representado por la catedral de
Salisbury (comenzada en 1220; la torre y la aguja del siglo XV). La introducción
de tracería calada en la abadía de Westminster produjo una espectacular
evolución de estos elementos. El periodo decorativo subsiguiente (Decorated
Style), con su profusa ornamentación, cuenta con ejemplos como el coro de la
catedral de Lincoln (comenzado en 1256), el crucero de la catedral de Wells y la
torre octogonal de la catedral de Ely, entre otros.
Escultura
La
escultura siguió el precedente románico, con una amplia difusión de imágenes
cuyo fin era adoctrinar a los fieles en los dogmas de la fe religiosa y decorar
las fachadas de las catedrales. La escultura de los siglos XII y principios del
XIII tuvo un carácter predominantemente arquitectónico. Las figuras más
destacadas son las estatuas colosales de las jambas (pilastras laterales) de las
portadas y las de los parteluces de los vanos de entrada. Reciben el nombre de
estatuas-columna por estar adosadas a estos soportes. A veces, la
estatua-columna tiende a liberarse del marco arquitectónico, como si fuera una
escultura exenta o de bulto redondo.
En el
estilo considerado protogótico destacan las estatuas-columna del famoso pórtico
de la Gloria (fachada occidental) de la catedral de Santiago de Compostela (España,
último tercio del siglo XII), donde apóstoles y profetas se hacen eco del
nuevo sentido naturalista idealizado, a la vez que expresan sus sentimientos y
empiezan a entablar lo que se denomina sacra conversazione, es decir, la
comunicación entre los personajes sagrados. En Francia cabe reseñar las
estatuas-columna de la fachada occidental de la catedral de Chartres, que datan
aproximadamente de 1155. Las estatuas del pórtico Real de Chartres poseen unas
proporciones y un sentido del volumen que revelan un naturalismo ajeno al mundo
románico. Durante las décadas siguientes las figuras de Chartres inspiraron a
un gran número de artífices franceses. Sin embargo, las estatuas-columna no
eran las únicas manifestaciones escultóricas figurativas de las portadas, que
seguían un rico y elaborado programa iconográfico centrado en los
altorrelieves del tímpano, arquivoltas y en menor medida, en los dinteles de
las puertas. En los parteluces, solían aparecer estatuas de la Virgen, Cristo o
algún santo relacionado con la iglesia catedralicia.
Sin
embargo, las manifestaciones protogóticas todavía conservaban un cierto carácter
románico. En torno a 1180 la estilización románica evolucionó hacia un
periodo de transición en el que las estatuas comenzaron a asumir una serie de
rasgos naturalistas como la gracia, elegancia, solemnidad, sinuosidad y libertad
de movimientos. Este estilo ‘clasicista’ culminó en la primera década del
siglo XIII en las series de esculturas de las portadas de los transeptos norte y
sur de la catedral de Chartres.
De todos
modos el término clasicista debe ser matizado, debido a la diferencia esencial
que existe entre las figuras góticas y las del auténtico estilo clásico
antiguo. En la figura clásica, sea estatua o relieve, puede apreciarse un
cuerpo completamente articulado debajo y por separado de sus ropajes, mientras
que en la gótica no existe tal diferenciación. Lo que puede apreciarse del
cuerpo es inseparable de los pliegues de la vestimenta: incluso cuando se trata
de desnudos, como en las estatuas de Adán y Eva (anteriores a 1237) de la
catedral de Bamberg (Alemania) la anatomía se subordina a un proceso de
abstracción.
Aparición
del naturalismo
Los
convencionalismos en el tratamiento de los pliegues fueron reemplazados por volúmenes
más sólidos y naturales en un proceso que comienza en torno a 1210 con la
portada de la Coronación de la catedral de París, y que continúa después de
1225 en las portadas de la catedral de Amiens. A partir de 1240 ya se aprecian
en la fachada occidental de la catedral de Reims y en las estatuas de los apóstoles
de la Sainte-Chapelle de París los pliegues pesados y angulosos, profundamente
esculpidos en forma tubular, característicos de la escultura gótica posterior.
Al mismo tiempo las estatuas se liberaron del soporte arquitectónico.
En las
estatuas de Reims y en las del interior de la Sainte-Chapelle se consolidó el típico
rostro de las figuras góticas: forma triangular, mentón destacado, ojos
almendrados y una marcada sonrisa. Al mismo tiempo se inició la representación
de posturas y gestos amanerados, que resultan de una síntesis entre las formas
naturalistas, la elegancia cortesana y una delicada espiritualidad.
Otros géneros
desarrollados por la escultura gótica fueron las imágenes votivas, esculturas
de bulto redondo de pequeño tamaño con representaciones de la Virgen y el Niño
o de Cristo crucificado, en las que se aprecian los cambios iconográficos que
se produjeron en el mundo gótico, como una mayor humanización y naturalismo.
Por otro lado, el relieve alcanzó gran esplendor en los retablos, las sillerías
de coro y los sepulcros de grandes personajes.
En
relación a las tendencias naturalistas, aparecieron interpretaciones más
humanizadas de la Virgen con el Niño, imágenes que muestran una relación
amorosa en la que la Virgen mira a su hijo dulcemente o juega con él mientras
le ofrece una flor o una fruta. Un ejemplo de esta nueva iconografía es la
Virgen con el Niño de la portada inferior de la Sainte-Chapelle, un modelo que
siguió vigente en Europa durante varios siglos.
Difusión
de la escultura gótica
Aunque
la génesis de la escultura gótica se iniciara en el norte de Francia, como
sucedió en el caso de la arquitectura, algunas de las obras más notables se
realizaron en Alemania. La escultura gótica alemana se caracterizó por un
fuerte expresionismo, algunas veces en el límite de la caricatura, y al mismo
tiempo por una lírica belleza y elegancia formal. En el siglo XIII destaca el
conjunto de la catedral de Bamberg, con numerosas esculturas influidas por el
estilo de Reims. Entre ellas sobresalen la del Caballero de Bamberg, la
primera estatua ecuestre aparecida en el arte occidental desde la época
carolingia. Aunque la identidad del jinete no se ha confirmado, algunos apuntan
la posibilidad de que se trate de Conrado II, mientras otros opinan que tan solo
plasma el ideal heroico de los monarcas medievales, en este caso de la dinastía
alemana. En este mismo periodo se realizaron las esculturas de la catedral de
Naumburgo, especialmente las parejas oferentes situadas en el coro, como el
famoso grupo de Ekkehard y Uta, que se han relacionado con la escultura de la
catedral de Burgos (España).
En
Italia existió, como en el caso de la arquitectura, una cierta reticencia a
aceptar los postulados franceses. En este caso sería más apropiado hablar de
tendencias goticistas dentro de un clima en el que va apareciendo el
protorrenacimiento. El taller más representativo fue el de Pisa, iniciado por
Nicola Pisano, autor del púlpito de mármol del baptisterio de Pisa. Su hijo
Giovanni Pisano fue el primer artista italiano en adoptar las directrices del gótico
francés, combinadas con la influencia clásica recibida de su padre, como se
observa en el púlpito de la catedral de Siena. En la fachada de la misma
catedral, realizada en torno a 1290, labró un grupo de esculturas que
representan profetas y filósofos griegos dotados de una gran intensidad
expresiva.
Aunque
durante las últimas décadas del siglo XIV un número creciente de escultores
italianos adoptó los principios del estilo gótico francés, sus obras muestran
el conocimiento del desnudo clásico y la diferenciación entre cuerpo y
vestimenta. Esta fase de la escultura italiana acabó poco después de 1400, con
las puertas de bronce para el baptisterio de la catedral de Florencia realizado
por Lorenzo Ghiberti, precursor de la escultura del renacimiento italiano.
En España,
en el segundo cuarto del siglo XIII se introdujeron las formas de la escultura
francesa a través de las intensas relaciones políticas y culturales que la
monarquía española estableció con la francesa. En el siglo XIII destacaron
dos talleres en torno a las catedrales de Burgos y León. En la primera cabe
citar la portada de la Coronería y la del Sarmental, correspondientes a los
transeptos, así como las esculturas de las fachadas y el claustro. En relación
con este taller, destaca la escultura de la abadía de Las Huelgas, a pocos kilómetros
de Burgos, con los excepcionales sepulcros de Alfonso VIII y Leonor de
Plantagenet. En cuanto a la de León, la escultura española alcanzó altas
cotas de calidad, como se aprecia en la portada de la Virgen Blanca de la
fachada occidental. Durante el siglo XIV en España la escultura exterior de las
catedrales se hizo más menuda por la influencia del arte mudéjar y las obras
en marfil. Destacan la puerta del Reloj de la catedral de Toledo y la puerta
Preciosa de la de Pamplona; aunque es en Cataluña donde se encuentran los
conjuntos escultóricos más sobresalientes, formados por sepulcros y retablos
de influencia italiana.
Artes
decorativas
En
Francia a lo largo del siglo XIII las artes decorativas estuvieron bajo el
dominio de la evocación religiosa. Los medallones que aparecen en las
ilustraciones de las Bibles moralisées (Biblias moralizadas), en el
segundo cuarto del siglo, se inspiraron sin duda en el diseño de las vidrieras
catedralicias. En el salterio de Luis IX (posterior a 1255), los gabletes con
rosetones que enmarcan las miniaturas imitan los modelos de la Sainte-Chapelle.
A partir de 1250 el mismo estilo cortesano inspira la escultura monumental y las
pequeñas tallas elefantinas (de marfil). La elegante estatuilla de marfil de la
Virgen con el Niño (1265, museo del Louvre, París) procedente de la
Sainte-Chapelle, reproduce la estatua monumental ubicada en el portal inferior
de la capilla. El colosal grupo de Cristo coronando a la Virgen en el tímpano
central de la fachada occidental de Reims posee la misma gracia íntima que las
dos estatuillas con el mismo tema que también se conservan en el Museo del
Louvre. Los diminutos relicarios de orfebrería realizados a partir del último
tercio del siglo XIII tomaron la forma de las iglesias del gótico radiante, con
sus transeptos, rosetones y gabletes en fachadas. De este siglo, una buena
muestra de miniatura gótica española son los códices de las Cantigas de
Alfonso X (El Escorial y Florencia).
Hacia
1300 las artes decorativas comenzaron a asumir un papel más independiente. En
la región del Rin se produjeron piezas de un marcado carácter expresivo, que
van desde las estatuillas de la escuela del lago Constanza, como la del joven
san Juan sentado dejando caer su cabeza tiernamente en el hombro de Cristo,
hasta la espantosa evocación del sufrimiento de la pasión de Cristo. Más
avanzado el siglo, los escultores alemanes formalizaron la Piedad, una
representación de la Virgen llorando mientras sostiene el cuerpo muerto de
Jesucristo. En el segundo cuarto del siglo XIV la decoración de los manuscritos
miniados parisinos emprendió un nuevo rumbo de la mano del artífice Jean
Pucelle. En su Breviario Belleville (1325, Biblioteca Nacional, París)
las letras, las ilustraciones y los márgenes ornamentales contribuyen a crear
un efecto integrador en la decoración de la página, estableciendo un
precedente para los ilustradores posteriores. Pucelle había aprendido su técnica
de los pintores del protorrenacimiento italiano, y por ello consiguió plasmar
el sentido espacial en sus ilustraciones a través del uso de una perspectiva
rudimentaria.
Gótico
final o tardío
París
había encabezado el arte y la cultura europeas desde 1230. Sin embargo, tras
los estragos de la peste y el estallido de la guerra de los Cien Años a
mediados del siglo XIV, París perdió la supremacía y se convirtió en uno más
entre los numerosos centros artísticos que florecieron en este periodo.
Pintura
Dentro
de la evolución pictórica del siglo XV se distinguen dos estilos, el estilo gótico
internacional y el estilo flamenco. El primero corresponde a los dos últimos
decenios del siglo XIV y perduró en la mayor parte de Europa durante la primera
mitad del siglo XV. El estilo flamenco surgió en Flandes en el primer tercio
del siglo XV, paralelamente al renacimiento italiano, y se difundió por el
resto de Europa durante la segunda mitad del siglo. El estilo internacional
apareció en el centro del continente como consecuencia de la fusión de
elementos y formas del gótico lineal con las innovaciones técnicas e iconográficas
aportadas por los pintores italianos del trecento (Giotto, Duccio, Simone
Martini y los hermanos Lorenzetti). El estilo se caracteriza por la valoración
expresiva de lo anecdótico, la estilización de las figuras, el predominio de
las líneas curvas tanto en los pliegues como en las posturas corporales, la
introducción de detalles naturalistas con fines simbólicos y el empleo de una
técnica minuciosa. En torno a 1400 en Francia comenzaron a florecer las cortes
de los duques de Berry y Borgoña. En la corte del duque de Berry destacó el
importante taller de ilustración de manuscritos, con ejemplos magníficos de
libros de horas como Las grandes horas y Las muy ricas horas del duque
de Berry. El estilo gótico internacional contó con interesantes artistas
en Alemania, como el pintor Stefan Lochner y el maestro del Jardín del paraíso;
y en España, con destacados miembros de la escuela aragonesa y catalana como
Pedro Nicolau, Lluís Borrassà o Bernardo Martorell.
El
estilo flamenco se inició en las cortes de los duques de Berry y de Borgoña.
La principal aportación de esta escuela es la utilización de la técnica al óleo,
que permite una mayor viveza y enriquecimiento de la gama cromática, la
realización de veladuras y la obtención de colores compuestos. Los rasgos más
definitorios del estilo flamenco fueron el mayor naturalismo, el gusto por el
detalle a través de una técnica minuciosa y, en ocasiones, la codificación
simbolista de la gama cromática y de ciertos objetos. Los iniciadores de la
escuela flamenca son los hermanos Huberto y Jan van Eyck, cuya primera obra célebre
fue el retablo de El cordero místico de la iglesia de San Bavón de
Gante. De Jan van Eyck es una de las mejores obras del arte flamenco, Giovanni
Arnolfini y su esposa (1434, National Gallery, Londres). Otros pintores
destacados son el maestro de Flémalle (Robert Campin), Rogier van der Weyden,
Hans Memling, Dierick Bouts y Hugo van der Goes. Sin embargo, dentro de la
escuela destacó una figura excepcional, avanzada para su época: Hieronymus van
Aken, llamado el Bosco, que desarrolló en sus obras un universo surrealista en
clave moralizante. Entre sus obras cabe citar El jardín de las delicias
(Museo del Prado, Madrid).
A lo
largo del siglo XV la influencia flamenca se extendió por toda Europa,
considerada como un renacimiento nórdico ajeno al punto de vista conceptual de
la edad media. En España la pintura flamenca tuvo un especial desarrollo
gracias al oficio de algunos pintores destacados como Luis Dalmau, Jaime Huguet,
Jacomart, Bartolomé Bermejo y Fernando Gallego.
Escultura
La
escultura gótica en el norte de Europa se mantuvo ajena al protorrenacimiento
italiano. La escultura del gótico final francés se desarrolló en Borgoña. En
torno al 1400 en la corte de Felipe el Atrevido en Dijon destacó la figura de
Claus Sluter, que introdujo la sensibilidad realista de los Países Bajos en
Francia. Renunciando a los modelos estilizados y a las afectaciones del siglo
XIV, Sluter envuelve a sus figuras en voluminosos plegados. En los personajes
que acompañan el sepulcro de Felipe el Atrevido (comenzado en 1385, Museo de
Bellas Artes, Dijon), ofrece un amplio repertorio de expresiones que contribuyen
a enfatizar la evocación de tristeza y dolor. En las estatuas de los profetas
que rodean el Pozo de Moisés (1395-1403, cartuja de Champmol, Dijon)
transformó a los personajes del Antiguo Testamento en patriarcas flamencos,
cuya representación naturalista se funde con un sentimiento de grandeza
espiritual.
Tras la
muerte de Sluter, en 1406, su influencia se difundió por el sur de Francia,
España y posteriormente Alemania. En torno a 1500, Michel Colombe y los
manieristas de la escuela de Troyes en Francia, Tilman Riemenschneider, Veit
Stoss y Adam Kraft en Alemania y Guillem Sagrera, Egas Cueman, Rodrigo Alemán y
Gil de Siloé en España, pusieron el broche final al periodo gótico en el
campo de la escultura.
Arquitectura
La última
fase de la arquitectura gótica francesa recibió el nombre de gótico flamígero
o flamboyant, nombre derivado de los paralelismos entre los motivos de la
intrincada tracería curvilínea y la forma de las llamas. La profusa decoración
del estilo flamígero se localiza generalmente alrededor de los vanos
exteriores. El interior de las iglesias emprendió un proceso de simplificación
basado en la eliminación de obstáculos visuales, como los capiteles sobre
soportes verticales. El interés estructural se concentró en las bóvedas,
cuyos nervios, terceletes y ligaduras conformaban una tupida red de complicados
diseños.
Estilo
flamígero (flamboyant)
La
arquitectura flamígera se origina en la década de 1380 con la obra del
arquitecto cortesano francés Guy de Danmartin. Sin embargo el estilo no se
consolidó hasta la conclusión de la guerra de los Cien Años en 1453, momento
en que tuvo lugar el resurgimiento de la actividad constructiva en toda Francia.
El auge de la arquitectura flamígera se produjo entre el final del siglo XV y
el primer tercio del siglo XVI en la obra de Martin Chambiges y su hijo Pierre,
autores de una serie de portadas entre las que cabe citar la fachada occidental
de la catedral de Troyes y las fachadas de los transeptos de Senlis y Beauvais.
Difundido
por gran parte del continente, el estilo produjo sus frutos más elaborados en
España. En el siglo XV comenzaron a aparecer formas flamígeras en las obras de
la corona de Aragón, como puede observarse en la lonja de Palma de Mallorca. Al
mismo tiempo se empleó el nuevo estilo en la capilla de San Jorge del palau de
la Generalitat de Barcelona, así como en otros muchos palacios catalanes. Sin
embargo lo más característico del siglo XV español es la creación del
denominado estilo hispano-flamenco, caracterizado por la fusión de formas
flamencas y mudéjares. También recibe el nombre de isabelino por corresponder
cronológicamente con el reinado de Isabel I la Católica. Entre los arquitectos
más destacados de este último gótico cabe reseñar a Hanequin de Bruselas
autor de la capilla de don Álvaro de Luna en la catedral de Toledo; Juan Guas,
con el castillo de Manzanares el Real (Madrid), el palacio del Infantado en
Guadalajara y el convento toledano de San Juan de los Reyes; Antón y Enrique
Egas, que trazaron los hospitales de Santiago, Granada y el de Santa Cruz en
Toledo; Juan y Simón de Colonia, con obras como la capilla del Condestable de
la catedral de Burgos; y, en el área de Salamanca, Juan Gil de Hontañón y su
hijo Rodrigo Gil de Hontañón, que construyó la catedral de Segovia en pleno
siglo XVI.
En
Portugal, durante el reinado de Manuel I (1495-1521), apareció un gótico
nacional conocido como estilo manuelino, marcado por la profusión ornamental de
motivos exóticos y marineros.
Estilo
perpendicular (Perpendicular style)
Inglaterra
también tuvo su propio estilo gótico tardío, el estilo perpendicular, que
triunfó en el siglo XV. Se caracteriza por el uso de molduras verticales en los
muros y las tracerías y por las bóvedas de abanico.
Son
ejemplos de este periodo la capilla de la Virgen en Gloucester, la de San Jorge
en Windsor, la de Enrique VII en Westminster y la del King’s College en
Cambridge (comenzado en 1443), donde se consigue una majestuosa homogeneidad
espacial gracias al empleo de las bóvedas de abanico, que prolongan de manera
continua los paños rectangulares de los muros y las vidrieras.
Arquitectura
civil
Durante
el periodo gótico tardío se construyeron un gran número de edificios civiles.
En Bélgica se encuentran ejemplos tempranos de estos edificios, algunos con
torres-campanario como la gran lonja de Ypres (1380 y destruida en 1915), y
otros tan destacados como los ayuntamientos de Lovaina (1448-1463) y Oudenaarde
(1526-1530). En Inglaterra y Francia los austeros castillos de los siglos XII y
XIII muestran escasa influencia de la arquitectura religiosa, pero en el último
cuarto del siglo XIV estas severas fortalezas comenzaron a sustituirse por
elegantes châteaux, una tipología residencial con barreras militares
que incorporaba interesantes innovaciones arquitectónicas. Un ejemplo temprano
del estilo flamígero, la gran pantalla (1388) con gabletes de tracería que
corona la chimenea del antiguo palacio de los condes de Poitiers, preludia la
decoración de los templos flamígeros. En torno a 1380 se añadió al palacio
de Westminster (Londres) una techumbre de vigas vistas de roble que se convirtió
en el prototipo para numerosas iglesias parroquiales inglesas.